La Navidad es una época de fiestas, de celebraciones, de juntarse en familia y amigos, de regalos. Pero no solo es eso, la navidad tiene un sentido mucho más profundo y espiritual, con una energía especial y mágica.
El solsticio de invierno indica el comienzo de un despertar de una conciencia más profunda sobre nosotros mismos y el mundo. Es un momento de cambio y de transformación, introspección, en el que nos planteamos, nuestros objetivos en la vida, nuestras prioridades, y en vez de buscar la seguridad y el bienestar en el exterior, debemos mirar hacia nuestro interior, buscando en nosotros mismos nuestra guía y luz.
Esto produce un cambio en la manera en la que enfocamos nuestra vida. Conocernos a nosotros mismos, descubrirnos de una manera valiente y honesta, con nuestras capacidades y limitaciones nos permite encarar la vida con seguridad y alegría, incluso cuando tengamos que encarar situaciones difíciles. Debemos trabajar la paciencia y la aceptación.
Para conocernos un poco más, debemos cultivar la curiosidad, la creatividad personal, nuestro crecimiento y desarrollo interior, nuestra capacidad de meditación y observación para poder transitar por esta vida con alegría hacía nuestra autorrealización.
Estas Navidades dedícate tiempo a ti, a escuchar tu autentico sentir interno. Para ello te proponemos que escojas alguno de nuestros rituales o nuestros aceites esenciales y realices este ejercicio de introspección. Nos parece una forma muy bonita para cerrar un ciclo y comenzar otro lleno de energía, dejando atrás las cosas que nos anclan e impiden avanzar.
Aunque es un momento de introspección, poco a poco se irá disolviendo el sentido de la individualidad, a favor de un sentimiento de unión con los demás, con las personas que realmente están presentes para nosotros. El amor es un asunto de presencia. Rodéate de las personas que quieras y te quieran y que estén presentes de verdad para ti.